“Las líneas en el papel son las huellas que deja tras de sí la mirada del artista, que está continuamente partiendo, saliendo, interrogando a la rareza, al enigma, que encierra lo que tiene ante sus ojos, por más común y cotidiano que sea”.

John Berger, Sobre el dibujo

LA INTENCIÓN - EL DESEO-

Crear espacios de contemplación y silencio. Un espacio sin palabras, uno que abraza como lo hace el espacio de creación.

LOS AZULES

22 azules del cielo.

Se me vuelve un hábito mirar insistentemente hacia arriba tratando de entender el color, de memorizar la luz, de evocar azules imposibles, de emular con pintura la luz que los produce. Repito en mi mente cielo, cielo, cielo mientras pinto fondos azules. Sigo mirando al cielo aun después de haber terminado y sigo encontrando azules imposibles.

EL DIBUJO

Dibujo con cautela, dibujo muchas veces un corazón, cualquier corazón. Dibujo para entender, para hacerme preguntas que no quiero responder con palabras. Sumo múltiples intentos de representación. Dibujo algo que nunca he visto con mis ojos. Creo en los dibujos que otros han hecho, y los copio. Dibujo los dibujos que yo he dibujado, los calco, los vuelvo a dibujar. Indago en la realidad para acercarme a la representación, sin embargo, el resultado no es una copia literal, tampoco abstracta, la siento como un punto medio; como es el susurro a la palabra.

EL CORAZÓN

En el latir de mi corazón existe un lugar de reposo. En los momentos difíciles acudo a él en silencio, ahí siempre encuentro paz y siento que puedo volver a la vida. El corazón es un centro que late uniendo polaridades. Lleno, vacío, expansión, contracción, receptividad, entrega, sonido, silencio. Lo habita un equilibrio fluido constante, donde opuestos conviven, intercalándose, generando la circulación, el tiempo, la vida. “El corazón sintiendo, no entiende a la manera de la razón, no divide, si no que comprende reuniendo, aunando.” Envuelve un vacío, es abismo envuelto, un templo. En el espacio de creación sucede lo mismo, en mi también, opuestos confluyen, se suceden, me atraviesan y la obra lentamente se desenvuelve.

EL TALLER

En mi taller hay música todo el tiempo, sin embargo, el silencio prevalece. Ese silencio es interior.

Los días empiezan como una contemplación silenciosa. Me siento en el suelo, intento sentirme y guardo silencio… escucho un paso, una acción, una parte del camino. Y así como el palpitar del corazón es un proceso autónomo que se sustrae a nuestra voluntad, yo pinto desde la voluntad de la obra, como algo que se desenvuelve, como la vida. Con el miedo siempre ahí a mi lado, diciéndome que vaya muy muy lento. Un miedo que cuida y que no se rinde.

EL MIEDO

Nombro el miedo. Lo nombro todos los días. Sigo pintando sin saber muy bien hacia donde voy, confiando en que algún error me mostrará el camino. Repito las mismas acciones como invocando algo, un latido, muchos latidos, un pulso, el ritmo que me lleva. Voy sumando instantes, días, velos, errores. Una misma imagen repetida de muchas maneras. Hace tiempo que en mis obras la multiplicidad es una constante, trabajo simultáneamente varias pinturas, comienzos y finales laten, conviven y se suceden, y van componiendo una imagen que crece con el tiempo.

LA URGENCIA

Tengo urgencia de pintar, una obstinación, un capricho extraño, si lo contrasto con mi deseo constante de guardar silencio. Me siento un poco ajena en el lenguaje verbal. Estoy acorralando todo el tiempo lo que no entiendo, lo que surge sin perseguirlo, lo que se escapa a toda intención. Me gusta sentirme muy muy pequeña, aturdida de misterio, envuelta en algo más grande, partícipe de una suerte de plegaria. Encuentro en la obra y en el corazón un lugar de unión entre el espíritu y la materia.

LA PAUSA

Las pausas de alguna manera asientan la imagen y me dejan ver detalles que no había visto antes; y me incitan a actuar menos, a una quietud, una especie de inercia en la quietud.

A menudo cuando se acerca el final, tengo la sensación de que falta todo, me descubro en un límite extraño que me obliga a andar lento, como susurrando. Siento en la imagen una dulzura que se permea y puedo ver. Siento el latido que produce la mirada. Soy un pintor raro. Me deleito con este pensamiento. No saco ninguna conclusión.

Después de esto, solo imagino otro proyecto infinito abandonado a tiempo.

LA OBRA